El nahual de la cuesta de piedra
Cuando Zacatlán era un pueblo muy pequeño y las casas se agrupaban en 10 o 12. A unas 5 cuadras del centro se encontraba una empinada cuesta de piedra, en las cercanías vivía una mujer mayor que era curandera, pero según con los habitantes, esta mujer poseía poderes mágicos de bruja, con los que sanaba a enfermos graves y otras cosas relacionadas.
Basados en estos rumores, los vecinos evitan pasar por el lugar cuando caía la noche. Así fue durante años hasta que un joven relató lo siguiente:
Al salir un día con mis amigos y tomar algunas copas, sin darme cuenta pasó el tiempo tan rápido que ya estaba por caer la noche, así que rápidamente me despedí y tomé el camino a casa que era aproximadamente a una cuadra de la cuesta de piedra. Caminaba de prisa y con un poco de temor, cuando de pronto, de entre las tinieblas salio un animal con pelaje áspero y mostrando unos enormes colmillos, lanzó fuego por la boca y ojos. Muy asustado pero eufórico, saqué el arma que llevaba conmigo y sin pensarlo disparé, pero a pesar de que había oprimido el gatillo varias veces, el arma no se disparó.
Después de huir del animal y llegar a casa, le conté a mi padre lo sucedido, después de escucharme atentame mente me dijo "Ese animal que viste no es algo bueno, es un nahual que quiere asustarte, hacerte daño o vengarse de algo que le hayas hecho sin querer. Saca las balas y márcalas con una cruz en la punta y sí este animal se te vuelve a aparecer haz una señal de cruz y disparale en nombre del padre del hijo y del espíritu santo".
Pasó un tiempo y nuevamente al estar con mis amigos se me pasó el tiempo y volví tarde a casa y confiando en el consejo de mi padre, ni si quiera se me ocurrió irme por otra calle, cuando de pronto a media cuesta veo al animal misterioso y diabólico que me cerraba el paso. Sin pensarlo tomé mi arma y después de persinarme avancé al animal que gruñía enfurecido y tiraba zarpasos, al apretar el gatillo varias veces el ruido me hizo volver a la realidad. La bestia con alaridos se perdió entre un campo de milpa con la obscuridad de la noche.
Al correr a mi casa llegué nervioso y alterado a contar lo que me había pasado, mi padre y mis hermanos dijeron que saldrían a buscar a la bestia al amanecer. Encontramos un rastro de sangre que seguimos aproximadamente un kilómetro y ahí entre la milpa estaba tirado el nahual, tenia forma de hombre pero tenia unos pequeños cuernos, colmillos afilados y su rostro era de color obscuro, en lugar de zapatos tenia unas enormes pezuñas.
La gente del pueblo decía que este era quien le daba poderes a la bruja, porque al morir ella desapareció sin dejar rastro y nunca volvió a aparecerse en la cuesta de piedra.
Fuente: M. Rodolfo Salinas G: Leyendas de Zacatlán, Sergio Ramos Gonzáles.
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